¿SIBO una nueva epidemia?
Hasta que el ser humano no vuelva a la reconexión con el orden de la naturaleza y su alimentación se siga basando en alimentos desvitalizados, de agricultura extensiva, envenenados con químicos, azucarados y alimentos cárnicos, estará expuesto cada día a nuevas enfermedades que reflejan la pobreza inmunológica, la falta de adaptación al entorno y la perdida de calidad biológica.
El SIBO es una afección gastrointestinal que se caracteriza por un sobrecremiento de bacterias en el intestino delgado, normalmente, la mayoría de las bacterias se encuentran en el intestino grueso. Sin embargo, en las personas que padecen SIBO, estas bacterias migran hacia el intestino delgado y se multiplican produciendo un exceso, causando una serie de síntomas y problemas digestivos.
Esta dolencia intestinal está muy relacionada con el concepto de microbiota intestinal. Para que puedas entender mejor el SIBO, primero debes saber que el microbiota intestinal impacta de manera directa tanto en la salud general como en la salud digestiva e inmunitaria de tu organismo.
La microbiota es el conjunto de microorganismos con los que convivimos. Más concretamente, la microbiota intestinal se refiere a aquellos microorganismos que están alojados en el intestino.
Habitualmente, el SIBO se desarrolla debido a diferentes causas que tienen que ver con la complicación de alguna cirugía en la zona estomacal, enfermedades o problemas estructurales como tumores en el intestino, síndrome del asa ciega, bypass gástrico, intestino irritable, párkinson… o otras enfermedades como la diabetes, cirrosis hepática, celiaquía. Todas estas causas tiene de común denominador dietas desvitalizadas tomadas por un largo tiempo donde ha habido una carencia de alimentos completos y un abuso de alimentos desnaturalizados, refinados, azucarados, cárnicos junto con un estilo de vida caótico y estresante.
Los principales signos y síntomas del SIBO suelen ser los siguientes:
Dolor abdominal.
Náuseas.
Hinchazón.
Diarrea.
Pérdida del apetito.
Malnutrición.
Pérdida de peso involuntaria.
Sensación incómoda de saciedad al terminar de comer.
Cansancio o fatiga después de las comidas.
Estreñimiento.
Actualmente, se diferencian cuatro tipos de SIBO, teniendo en cuenta los principales síntomas que cursan las personas que sufren cada uno de ellos. Así pues, se puede hablar de:
SIBO metano (IMO) cuando ocurre un sobrecrecimiento de arqueas metanogénicas. En estos casos, este tipo de SIBO se da en aquellas personas que suelen sufrir estreñimiento. Es un SIBO algo complicado de tratar y dónde es muy importante seguir una dieta muy concreta.
SIBO hidrógeno: se da cuando existe una excesiva proliferación de bacterias. Los síntomas que sufren las personas con este tipo de SIBO suelen ser diarrea, raramente estreñimiento, o una alternación de ambas o ninguna de ellas.
SIBO sulfuro de hidrógeno: todavía está en vías de investigación. Aún así, se sabe que produce sulfuro de hidrógeno, y que este es un gas muy tóxico. Los síntomas que suelen referir los pacientes con este tipo de SIBO son estreñimiento o diarrea, y un olor muy fuerte en heces o gases. Habitualmente se acompaña de síntomas extradigestivos como el dolor de cabeza.
SIFO: hace referencia al sobrecrecimiento por hongos, habitualmente cándidas spp. o aspergillus spp, aunque puede deberse a otros tipos. Es complicado de diagnosticar, ya que los síntomas que lo acompañan son parecidos al SIBO. A veces el diagnóstico se realiza tras haber descartado el resto de SIBO, aunque existen algunas pruebas específicas para ayudar a detectarlo. Los síntomas incrementan después de comer alimentos muy dulces.
Además, se pueden dar también SIBOs mixtos, es decir, que coexisten más de un tipo a la vez.
Desde mi experiencia en consulta, una dieta baja en alimentos fermentables es la clave. En las recomendaciones a mis pacientes incluyo consumir trigo sarraceno en grano, quinoa, mijo, algas marinas, tofu, tomar muchas raíces como bardana, zanahoria, nabos, rábanos con sus hojas, chirivía. Entre las verduras la rúcula, el pepino, el calabacín, las hojas de mostaza, la lechuga y la calabaza son indicadas. Las semillas también son un gran grupo útil: almendras, semillas de girasol, semillas de calabaza y de lino tanto en semilla como en bebida como la de almendras o la de coco.
Hierbas y especias: albahaca, comino, cúrcuma, jengibre, orégano, romero, salvia y tomillo. Y sobre todo tomar una vez al día una taza de kuzu y té kukicha, el kuzu es la raíz de una planta llamada pueraria lobata y sus propiedades son muy indicadas para los problemas digestivos.
En cuanto al estilo de vida, la clave determinante radica en masticar al menos 30 veces cada bocado de comida. También podemos introducir las cápsulas de orégano en una primera fase e incluir alimentos probióticos bien cocinados como el hatcho miso en una segunda fase. En la segunda fase podemos empezar a incluir alimentos probióticos como el hatcho miso bien cocinado.
Receta:
Bebida de kuzu y té kukicha
Ingredientes:
1 cucharada sopera de kuzu
250 ml de té kukicha
Preparação:
1. Disolver el kuzu en un poco de té kukicha frío.
2. Añadir el resto del té y llevar al fuego removiendo constantemente hasta que quede transparente.
Artículo escrito por Patricia Restrepo, Directora del Instituto de Macrobiótica de España.